He abierto mi puerta.

Tú estabas frente a ella
de pie, las ropas mojadas
y la sonrisa ardiendo en tus ojos.

De forma inconsciente
comencé a buscar en mi memoria
cuándo había sido 
la última vez que tu y yo...

Antes del desencuentro, antes de la rabia y 
de las frases hirientes.
Antes del dolor, 
que nunca debió hacerse presente.
Antes de las marcas 
que ese dolor grabó en mi piel.

Y es entonces cuando tus ojos me invitan,
Y es entonces cuando tu sonrisa altera esta calma 
en la que pretendo vivir después de ti.

Y es cuando tu boca
se me ofrece en un beso
-¿Recuerdas aquel otro beso, 
una estación de largas escaleras
y la niña que escuchaba mi música?-.

Y es cuando desnudas tu cuerpo,
refrescando el deseo ante mis ojos,
y haces que lo atrape entre mis manos, 
y haces que ruegue por tu beso mas íntimo.

Y que llore, después, 
cuando ya no me escuchas, 
por todas las palabras que 
no puedo decirte.